Las personas adultas a veces piensan que la psicología solo está destinada para ellas y que los niños/as no la necesitan, pues éstos/éstas últimos/as suelen estar bien, que lo que les ocurre pasará con el tiempo o que no tiene la suficiente importancia pues es cosa de niños/as y jóvenes o que los adultos/as pueden solucionarlo por ellos/as mismos/as. Algunas veces los padres logran solucionar lo que les ocurre a sus hijos/as, pero en otras ocasiones no saben cómo actuar ni qué hacer para que los/las menores mejoren y sean eficaces, adaptativos, proactivos, resilientes y sobre todo felices. Los/las psicólogos/as y demás profesionales sanitarios somos conscientes del aumento de la incidencia y la prevalencia de las problemáticas psicológicas en los/las menores, exacerbadas por la pandemia (véase el estudio reciente que he realizado sobre dificultades psicológicas en mi blog).
Cada vez son más los/las niños/as que manifiestan diversas dificultades psicológicas y por ello, la detección precoz por parte de ellos/as mismos/as (“algo no va bien”), padres, profesores, etc, es esencial, así como la pronta puesta en tratamiento psicológico. Cuando antes se detecte y se trabaje en dichas dificultades mejor, pues aumenta el éxito terapéutico y evita la cronicidad o empeoramiento de los síntomas con el tiempo.
Trabajar a nivel psicológico con menores es muy gratificante, pues debido a su plasticidad cerebral, la mayoría de las dificultades psicológicas se trabajan fácilmente y sus cambios cognitivos, comportamentales y/o emocionales se ven con claridad. No obstante, el trabajo y progreso psicológico de los niños/as no sólo depende de éstos/as, es un trabajo holístico, donde los padres, profesores, figuras de referencia y personas allegadas participan en su evolución. Desde mi experiencia profesional, el trabajo con el niño/a es solo una parte del proceso terapéutico, pues sus progenitores y otros/as allegados y referentes tienen que participar en su estabilidad psicológica.
¿Cuándo es recomendable que lleves a tu hijo a visitar a un psicólogo/a? Si manifiestan uno o más de los síntomas que detallo a continuación, pues son los que se dan con mayor frecuencia en menores:
+ Si refieren encontrarse mal pero desconocen la causa. Esto es muy frecuente en niños/as y adolescentes, pues cuando se les pregunta suelen decir “me encuentro mal o hago las cosas mal pero no sé por qué”.
+ Sentimientos de tristeza, baja autoestima, no disfrutan de las cosas (anhedonía), tienen problemas para conciliar o mantener el sueño o duermen demasiado (insomnio o hipersomnia) o escasas relaciones con su grupo de iguales y/o progenitores o pocas estrategias comunicacionales funcionales con los demás. También si se aíslan o pasan demasiado tiempo a solas (en su cuarto, en el recreo, etc).
+ Nervisiosmo, inquietud, síntomas somáticos (dolores de cabeza, de estómago, taquicardias, temblores, hormigueo, etc) o miedos patológicos o fobias (a la oscuridad, a la muerte, a estar a solas, a ir al colegio o instituto, etc). También si muestran ansiedad social, o miedo a estar en espacios abiertos o cerrados (p.e parques o ascensores).
+ Enuresis o Encopresis (problemas para ir al baño de forma adaptativa y funcional y de acuerdo a su edad cronológica y/o mental o uso de pañales a una edad inapropiada).
+ Niños/as que se mueven constantemente, que no pueden estar quietos, que su mente refieren ir acelerada y no pueden focalizar en algo en concreto, menores impulsivos (que no piensan antes de actuar reaccionando de forma automática) o que muestran dificultades atencionales en clase y/o a la hora de realizar los deberes o cualquier tarea.
+ Menores diagnosticados con alta capacidad intelectual pero que no saben gestionar dicha capacidad y llevarla al máximo rendimiento, generándoles ansiedad o emociones de frustración. Son inteligentes pero carecen de las herramientas psicológicas necesarias para desarrollarse y progresar así como de la motivación necesaria para ser excepcionales en lo que hacen, piensan o investigan. También pueden presentar problemas a nivel social, pues no se sienten parte del grupo y a veces, incomprendidos/as por éstos. Algunos/as incluso desconocen que son altamente capacitados.
+ Si están siendo acosados, insultados o maltratados por sus compañeros/as o grupo de iguales, tanto en el colegio, en el instituto o en cualquier otro contexto. Igualmente, en caso de ser víctimas de cualquier tipo de abuso y/o maltrato físico y/o psicológico por parte de sus progenitores y/o allegados.
+ Problemas en el lenguaje, a nivel fonológico, gramatical, etc, no consiguiendo los hitos lingüísticos de acuerdo a su edad mental y/o cronológica.
+ Si presentan tics motores y/o vocálicos y/o movimientos estereotipados.
+ Si tienen ideas obsesivas recurrentes o realizan diversos rituales (compulsiones), p.e. cerrar y abrir objetos varias veces, contar números mentalmente, lavarse frecuentemente las manos, etc.
+ Niños/as opositores y desafiantes, los llamados “emperadores”, que desafían constantemente las normas o maltratan de alguna forma a los demás de forma física y/o psicológica.
+ Si presentan problemas con la tecnología, p.e. el abuso de ésta o miedo a no llevar el móvil con ellos/as o que se les acabe la batería de los dispositivos electrónicos, que interfieren en su comportamiento y en su rendimiento académico y/o social.
+ Adicción a sustancias, sobre todo en adolescentes. También conductas sexuales inapropiadas de acuerdo a su edad o problemas de identidad sexual.
+ Dificultades con la comida (por exceso, comer de forma compulsiva o por defecto, evitar o esconder la comida para no ingerirla).
+ Si manifiestan apego inseguro o reactivo hacia sus progenitores. P.e. no pueden estar a solas sin la presencia de un adulto o rechazan estar con ellos/as.
+ Si se autolesionan (heridas, cortes, golpes, etc con la intención de dañarse) o tienen problemas para controlar emociones negativas como la ira, la frustración o el enfado.
+ En caso de duelos no elaborados por el fallecimiento de algún allegado/a o mascota.
+ Niños/as con escasa inteligencia emocional, a los que les cuesta expresar sus emociones y lo que les ocurre o desconocen sus derechos asertivos básicos (véase el artículo respetar-me, respetar-te en mi blog).
+ Si presentan cualquier problema de aprendizaje, para leer, escribir o realizar cálculos matemáticos.
+ Niños/as que no entienden, no comprenden o no gestionan emocionalmente la separación o divorcio de sus progenitores, creándoles sentimientos de tristeza o de ira.
La llave para saber qué les ocurre a los niños/as y adolescentes y por ende para actuar y solicitar ayuda psicológica para tus hijos/as está en la OBSERVACIÓN Y EL CONOCIMIENTO DE SU PERSONALIDAD (como son). Interactúa con ellos/as cada día, comunícate y permíteles comunicarse constantemente, hazle preguntas abiertas (p.e ¿qué tal el día de hoy?), escúchalos, juega con ellos/as, observa sus expresiones tanto verbales como no verbales, establece normas básicas a cumplir por éstos/as, motívale para que interactúe con su grupo de iguales, conoce a sus amigos/as y a sus padres, revisa el uso de las tecnologías (control parental, páginas visitadas) y está atento a cualquier cambio, a nivel mental, emocional y/o conductual.
Y si detectas algunos de los síntomas mencionados anteriormente, no dudes en contactar y solicitar cita.